Si escribir fuese acaso
(tal vez, quién sabe)
simplemente, llanamente,
un acto voluntario
una penuria más de la vida,
un capricho,
entonces
me sentaría periódicamente
en esa perseverante silla de la cocina
y escribiría para usted amiga
todas las vergüenzas que guardo desde niño:
la descripción de los pupitres donde las viví,
de las alfombras que vomité,
de los llantos que no contuve,
de las personas que besé por error
y de otras tantas miserias solo mías.
Pero eso no es escribir,
escribir es dejar que la emoción de la piel
se traslade a los músculos de la mano que mueve al lápiz,
y buscar (con esa emoción a cuestas),
entre garabatos de palabras encimadas,
expresiones extrañas
inconexas
devaluadas
exageradas
deformes
confusas;
una vez encontradas, unirlas, quererlas como a hijos
u odiarlas como a padres.
Eso es escribir amiga.
(le aclaro,
solo pasa
cuando me enamoro)
drf