Entre varios, alquilamos un dpto para Huncke en NY,
elegimos una linda vista.
Lo visitábamos cada tanto, hablábamos de Carl
(en medio de borracheras).
Mirándolo a los ojos, me preguntaba cuándo moriría.
Me dió el gusto el ocho de agosto de 1996;
fui el primero en llegar hasta su cuerpo, le corté el meñique
y me lo tragué.
No ibas a quedar ahí, amigo, ¡tan horizontal y tan frío!;
vos que tuviste el placer de comerte a Orlovsky,
yo tuve el placer de comerme a los dos, subirme a un jet
y traerlos al sur del mundo.
El resto de tu cuerpo respetó tu poema
y agradeció a los pájaros.
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