Un viento benévolo
cruza completo el ancho del Río de la Plata,
viene del este.
Choca con las paredes de mi casa,
baja, mueve las plantas del jardín.
Es una gran ola blanca.
Guarda los sentimientos de su gente,
su apellido, su esperanza, su fe.
Con él, resucitan las sonrisas del pueblo.
Los muertos recuerdan, vuelven a vivir.
Este viento benévolo de primaveras nuevas y viejas
cruza el Río de la Plata. Todavía es joven. Cree.
La perra levanta el hocico, lo huele, juegan,
lo siente tibio, próximo.
Después, se acerca confiado,
me abraza,
me pregunta al oído por mañana.
Hermoso
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