jueves, 18 de mayo de 2017

Casa

Ojalá a mi casa se la recuerde como al nido. Es todo lo que pide.
A veces, cuando está sensible, me pregunta por ustedes
(ya saben, palabras lentas y largas, hay que saber escucharla).
Tiene el problema de "los espacios vacíos" 
y pavor a la demolición.
En la cocina, a cuatro baldosas del horno, se la puede oir, 
a penas. Debe haber un silencio absoluto, y un olor a mate 
recién cebado, el ambiente cálido, la ventana cerrada, 
la puerta al fondo abierta.
Si la estela de Amanda va y viene por el pasillo 
cargada de trastos, mejor. Es el momento ideal, 
casi habla como una casa normal.
Otro sector de "conversación" es a la izquierda 
del caminito al quincho,
donde estaba el viejo lavadero, con su gran piletón 
y sus tres generaciones de bebes bañados a las apuradas. 
Hemos llorado litros, piyado de risa, bailado borrachos, 
dormido las mejores siestas, hemos amado.
Nos cuidó de las lluvias furiosas y del viento, 
del granizo y del frío.
Por qué no dejar que se exprese?
Es todo lo que pide.

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